Un ejemplo. Muchos de nosotros nos levantamos por la mañana con el piloto automático puesto: desayunamos, llevamos a los niños al colegio, vamos al trabajo, volvemos… Todas esas tareas se llevan cabo casi por inercia, hacemos una cosa detrás de otra sin descansar, sin meditar en ellas de manera adecuada. No dejamos espacio para la reflexión ni la relajación y todo ello nos pasa factura.¿Qué factores originan la fatiga mental?
«Estoy agotado, cansado como si hubiera corrido un maratón, como si sobre mí cargara todo el peso del mundo». Esta frase a modo de lamento la pronuncia un gran número de personas cada día. Porque el cansancio sin explicación que nos embarga con frecuencia no se debe en gran parte de los casos a un esfuerzo físico. Tras esas realidades se esconde mayoritariamente la fatiga mental.
A menudo, tras ese cansancio sin explicación que nos recorta el ánimo y las ganas, se esconde la fatiga mental, así como ese agotamiento emocional de quien acumula un exceso de preocupaciones, tareas y presiones y lleva descuidándose demasiado tiempo.
¿Qué es la fatiga mental?
La fatiga mental no siempre es el resultado de esas cosas que nos han salido mal. No siempre tiene que ver con los problemas, las decepciones o esas adversidades del día a día. Si estoy cansando y no sé por qué, la causa suele estar en la cantidad de cosas que hacemos y a las que nos enfrentamos sin tener tiempo siquiera de descansar o incluso de pensar en ellas como deberíamos.La fatiga mental no aparece de un día para otro, es el resultado acumulativo de varios factores.
Son los siguientes:
- El sobrecompromiso: comprometernos a realizar más cosas de las que realmente podemos hacer.
- El ‘tengo que’. Si lo pensamos bien, en nuestra mente suele tener un gran poder ese tipo de frases que empiezan con el ‘tengo que hacer eso, tengo que entregar lo otro…’ Esas obligaciones mentales a modo de perífrasis de obligación nos sitúan en estados de gran agotamiento mental.
- Perfeccionismo. Esta es otra dimensión que, de algún modo, viene a ser complementaria al ‘tengo que’. Cada cosa que hacemos debe ser realizada de forma perfecta, rápida y eficaz. Algo que sin duda deriva no solo en cansancio, sino también en la frustración.
- Falta de descanso. Este es el factor más decisivo de todos. La falta de descanso, el no darnos instantes para relajarnos e incluso el no dormir bien por la noche origina que nos preguntemos por qué ya estoy agotado nada más levantarme de la cama.
Estrategias para afrontar el agotamiento mental
- Debemos establecer descansos a lo largo del día. Es necesario además que a lo largo de la jornada dispongamos como mínimo de dos horas para nosotros solos. Ese espacio de tiempo lo dedicaremos a pensar, relajarnos, a llevar a cabo nuestras aficiones…
- Saber priorizar qué es importante y qué es secundario es otro factor básico.
- Comprométete con el autocuidado. Mereces atenderte, mimarte, consentirte. Necesitas cuidar tu cuerpo y tu mente.
- Identifica tus patrones mentales de autosabotaje. Frases como ‘tengo que hacer esto o no llegaré’, ‘tengo que hacerlo lo antes posible’, ‘los demás esperan de mí que…’ son dimensiones que carcomen nuestra autoestima y bienestar.
Para concluir, otra estrategia adecuada y efectiva es sin duda la meditación.
Si nos habituamos cada día a dedicarle a esta práctica unos 20 minutos notaremos beneficios al cabo de las semanas.
Tengamos por tanto en cuenta la importancia de profundizar y trabajar en ese agotamiento mental y emocional que, en ocasiones, puede alterar por completo nuestra calidad de vida.
No dejemos para mañana el malestar que sentimos hoy.